Hoy abordamos el capítulo más extremo —y quizá más oscuro— de la cultura de la muerte legalizada en Occidente. Inglaterra y Gales han aprobado una ley que permite el aborto hasta el momento del parto, sin importar el estado de salud del bebé ni el avance de la gestación. Lo que ayer se consideraba infanticidio, hoy se celebra como un supuesto “derecho reproductivo”.
Ya lo advertimos en 2022, cuando se legalizó el aborto de bebés con síndrome de Down hasta el nacimiento. Ahora, la puerta se ha abierto por completo: incluso un niño sano, a término, puede ser eliminado en un quirófano con total impunidad.
Detrás de esta ofensiva eugenésica se mueven poderosos lobbies internacionales y fundaciones como la de George Soros, universidades financiadas con millones y economistas abortistas como Mariana Mazzucato, presentada incluso por el Vaticano como referente moral y científico.
Eliminar bebés plenamente desarrollados se convierte así en política pública. No es progreso: es barbarie revestida de modernidad.
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