En el programa de hoy César Vidal y Cristina Seguí, analizan cómo el feminismo institucional da un paso más en la coerción civil al convertir la ofensa en delito y los eufemismos en política de Estado. Toda persecución penal comienza por la palabra: primero se altera el lenguaje, después se señala a quien no la adopta y, cuando la liturgia ya es asumida por todos, se empieza a legislar.

El caso más revelador es la iniciativa para penalizar el uso del término “Charo” cuando se emplea para referirse a la feminista institucional. Quienes llaman “señoros” y “terroristas machistas” a los hombres han dado ahora el primer paso para criminalizar una palabra icónica de la resistencia civil frente a la ideología de género, buscando incluirla en el llamado hate speech.

La Historia demuestra que la perversión del lenguaje siempre ha precedido fases de represión política. La ideología de género está dispuesta a “matar” lingüísticamente para manipular la percepción pública, obtener poder e influencia, asegurarse el monopolio de recursos y blindar sus privilegios sin rendir cuentas.